Es difícil pensar cómo plantearon inicialmente la creación de sus trabajos estos dos prolíficos artistas, pero
Nordvargr, desde Suecia, y
Goat, desde EEUU, decidieron unir su creatividad y peculiar visión de la música en la construcción de un nuevo estilo:
satanic industrial noise. 'Goatvargr', su álbum homónimo, es el resultado, con siete temas llenos de ruido, bases rituales, frecuencias industriales, violencia y salvajismo.
Se plantea como un disco dedicado la figura del macho cabrío, a las profundidades de la tierra y a todas las representaciones que han existido sobre el infierno y su Señor. No caen, sin embargo, en una parodia fácil de un sonido principalmente oscuro y violento, sino que trabajan con otros medios. La opresión, las atmósferas que van desde la inquietud hasta la grandiosidad, la gran la libertad de cambios y la extrañeza que trae la quietud son sus armas. Su capacidad de crear temas con innumerables capas entrelazadas donde un sonido puede llegar potencialmente a convertirse en una obsesión, y que nos producen numerosas referencias subjetivas consigue que el trabajo de Goatvargr sea casi metamusical: demuestran cómo construyen a cada paso un mundo distinto en cada corte y nos ofrecen una lectura a través del título para imaginar cuál es el lugar de donde debemos construir las referencias. Con esto consiguen un álbum muy visual, que abre las puertas al oyente a ser inmerso y transportado hacia el interior de su imaginación para hundirse dentro de sus miedos y verlos con hostilidad desde otra perspectiva.
Hay temas que son más asequibles en su estructura. En 'Fit' aparece un sutil trabajo vocal, y las bases son mucho más regulares. Se convierte en un tema que se acerca al harsh noise, donde el cierre atmosférico y decreciente consigue crear una sensación de pérdida y descomposición. En 'Drunk on the Blood of the Goat' encontramos también un planteamiento más rythm'n'noise. Pero donde más interés producen es en su combinación de momentos álgidos y agresivos con una capacidad de creación atmosférica que roza una belleza melancólica. Aún así, no hay que dudar que el disco es de ruido, a veces rítmico y a veces libre, lleno de composiciones que producen angustia y desasosiego y que llevan a un terreno donde, si quieres, la admiración puede estar cogida de la mano con la desazón.